miércoles, 3 de diciembre de 2014

Eric Pérez

Eric Pérez

Las enigmáticas escenas del artista mexicano Eric Pérez representan lugares en los que ha estado, con los que ha soñado o de los que ha leído. El artista no considera sus obras como una descripción pictórica de paisajes determinados, sino como una representación de ideas y pensamientos que aquellos lugares evocaron en él en algún momento. Pérez  desarrolla narrativas singulares y complejas profundamente imbuidas de simbolismo. Al tiempo que demandan una contemplación aguda, las pinturas de Pérez introducen al espectador en su inquisitivo viaje introspectivo.

Alquimia 2  (2008) está basada en una pintura anterior titulada El Alquimista. El Alquimista, (2006) está inspirada en el recuerdo de la infancia del artista jugando en la playa. En la obra inicial, Pérez se retrata a través de un niño construyendo una montaña de arena. La montaña se convierte en un volcán que gradualmente se transforma en un paisaje del altiplano mexicano bellamente pintado. Tanto el niño como el artista crean mundos: el niño con arena y el artista con pintura.  El halo atmosférico sobre esta sección de la pintura acentúa la nostalgia del recuerdo. Al fondo, un grupo de gente juega a la pelota disfrutando el sol y la playa, en marcado contraste con la quietud e intimidad de la escena del primer plano, presidida por el niño solitario.

Tiempo después de terminada esta pieza, Pérez se dio cuenta de que en realidad no era necesaria la presencia del personaje. Consideró que la huella de la presencia del niño evidente en la montaña de arena bastaba como una imagen aún más poderosa. Alquimia 2  es esa representación: una escena como de sueño, con una perspectiva profunda acentuada por la horizontalidad del gran formato. El alquimista ya no está. La nostalgia ha desaparecido y Pérez ha pintado un nuevo día lleno de optimismo.  Pérez eliminó en esta pieza  el afilado contraste entre la brillante luz de mediodía y la sombra sobre la que obra y en la que mora el alquimista, pinta en cambio una suave luz atmosférica  que impregna toda la escena, acentuada en el cielo por una luminosidad casi espiritual. En palabras del propio artista: “El creador ha desaparecido, la creación es lo que queda”. Este paisaje ya no es un recuerdo y el artista ya no es un niño. Alquimia: cambiar o transformar. 

Carretera (2008) representa un recuerdo reciente. Pérez pinta sobre un momento muy particular vivido mientras manejaba de la Ciudad de México hacia el estado de Querétaro. El artista ha visto este paraje de la carretera cientos de veces, pero ese día presenció el instante preciso en que la naturaleza transformaba frente a sus ojos lo ordinario en extraordinario. Pérez pintó la brillante apertura en el cielo para aludir a la cueva, una imagen que explora de manera casi obsesiva. La luz entre las nubes es la entrada luminosa  de una caverna que conecta con otra dimensión, un plano divino, probablemente la gloria. La cueva es  un símbolo arquetípico asociado con el nacimiento, el vientre materno, la Madre Naturaleza y su cavidad protectora y nutricia. La brillante luz que emana del cielo es vista por Pérez como un umbral, y la poderosa yuxtaposición que genera contra el clima torrencial, nos habla de su inquietud por explorar imágenes simbólicas e ideas relativas a la espiritualidad y la divinidad en la naturaleza.

La luz es la gran protagonista en las obras de Pérez, como queda de manifiesto en Carretera.  La representación de oscuridad y luminosidad no es una decisión meramente estilística sino intelectual,  parte de un metódico proceso artístico que busca representar emociones e ideas. De manera similar a Carretera, la radiación lumínica del cielo en Lola (2006) es central en su narrativa.

Lola es el nombre de una perra muy querida por el artista. Fué muerta por serpiente una tormentosa noche en el pequeño pueblo donde vivía en el estado de Morelos.  Algun tiempo antes de la muerte de Lola, Pérez había presenciado una tormenta espectacular en San Miguel de Allende, Guanajuato. Estaba ansioso por pintar la escena, pero la representación de aquella tormenta formidable no capturaba las emociones profundas mezcladas al contemplarla.  Pérez decidió entonces abandonar la idea y continuó trabajando en otras pinturas. Al poco tiempo  murió Lola y él comprendió que esa significativa pérdida era el elemento necesario reflejar y exponer ese complejo nudo de muy fuertes  emociones implicadas en la tormenta de San Miguel de Allende. En el cuadro Pérez rinde homenaje a la perra querida, mientras la tormenta  nos presenta algunas reflexiones sobre la vida y la muerte.

Los elementos visuales que ilustran esta alegoría se logran en gran medida al espléndido tratamiento lumínico. La luminosidad en la parte superior izquierda representa la vida, mientras que la muerte es representada por la oscuridad de la tormenta que cubre la mayor parte del cuadro. Lola aparece parada en dos patas, apoyadas en el pretil de una terraza,  encarando la oscura tempestad. La escena plantea algunas reflexiones sobre la muerte.

Pérez  incorpora algunas nociones de los misterios de Eleusis al explorar este tema. Plantea el camino hacia el más allá como “el alma dirigiéndose por el camino a Eleusis”.  En la antigua Grecia, Eleusis era un lugar al oeste de Atenas donde se celebraban ritos de iniciación consagrados a Démeter y Perséfone.  El culto se basa en la historia de Démeter (diosa de la vida, la naturaleza y la fertilidad) en busca de su hija Perséfone (la mirada), que había sido raptada por Hades, el dios de la muerte y el inframundo.  Los ritos, que celebraban el retorno de Perséfone, se creía que liberaban de la mente de los iniciados el miedo a la muerte, proveyéndolos de la comprensión espiritual del más allá. Lola representa ese entendimiento.

El influyente filósofo y autor griego Plutarco, describió el momento de la muerte como muy similar a la experiencia de la iniciación eléusica:  “el alma sufre una experiencia similar a la de aquellos que han celebrado grandes iniciaciones....deambulando errante en el principio, desgastantes caminatas en círculos, oscuros pasadizos que conducen a ninguna parte....Y de pronto una luz extraordinaria te recibe, límpidas regiones y praderas están ahí para recibirla, con sonidos y danzas solemnes, palabras sagradas y visiones gloriosas”. Finalmente, una inscripción encontrada en Eleusis captura el sentimiento que subyace en la obra de Pérez, “La Belleza es ciertamente el misterio que los sagrados dioses nos han dado: la muerte es para los mortales no más un mal, sino una bendición”. La naturaleza y la pérdida sitúan a Pérez en una jornada introspectiva que resuelve en última instancia a través de la representación de una poderosa tormenta.



El poder y dominio de la naturaleza está aún más dramáticamente representado en El Tumulto de las Olas 2 . En esta pieza, Pérez retrata una impresionantemente bella pero inquietante escena en el mar. El Tumulto de las Olas es el título de una novela corta de Yukio Mishima (1925-1970). Pérez conecta una escena en la que uno de los personajes es descrito en un mar turbulento con otra idea que ha explorado obsesivamente. El describe este asunto como “una metáfora  de la vida, un solitario nadador en la oscura inmensidad del océano”. En esta metáfora, nosotros somos el pequeño nadador en el vasto océano que es la vida, ardua, con retos y luchas representados por las olas.

La asombrosa escena está construida sobre varios elementos visuales muy impactantes. La atmósfera amenazante del cielo oscurecido, el momento convulso de olas rompientes y la enormidad del océano infinito enfatizan la absoluta pequeñez del personaje.
A través de la maravillosa descripción de las olas, Pérez nos muestra tanto el oleaje devorador como la suave y calmante sensación de la espuma. El artista encuentra belleza en la naturaleza, aún en su faceta más amenazante, provocando un miedo difuso y una sensación ominosa en el espectador. Su descripción de la convergencia entre hombre y naturaleza es a un tiempo magnífico e intensamente intimidante.

La majestad de la montaña es otra de las entidades naturales que fascinan a Pérez. Aparece en muchas de sus pinturas, entre ellas Sierra Gorda. La Sierra Gorda is una región espectacular, situada en el estado de Querétaro y conectada con las famosas huastecas potosina e hidalguense. Una nadada en uno de los ríos de la Sierra gorda hace más de quince años, lo insipró  a pintar esta escena. En ella pinta la todopoderosa montaña como las olas gigantes del Tumulto de las olas 2. Ambas son masivas y casi rompiendo sobre el diminuto nadador.  Éste, un autorretrato se mueve contra la corriente remontando las trenzas de agua.
Pérez  explora interesantes ideas sobre la montaña, dirigiéndose para ello al libro Las Montañas de la Mente  del montañista y estudioso  Robert MacFarlane. En el famoso libro,  MacFarlane explora la fascinación humana por las montañas desde una perspectiva histórica, científica, artística y cultural. Entreteje  eventos de sus propias experiencias en el ascenso de las montañas con aquellas de otros montañistas, e incorpora contribuciones y descubrimientos de geólogos, poetas, artistas de paisaje, cartógrafos e historiadores.
El autor plantea que las montañas han sido vistas como entidades permanentes a lo largo de la historia y sin embargo, cómo la geología ha probado que su existencia está lejos de ser inmutable. Pérez concuerda: no percibimos que se mueven, pero lo hacen. Hay vida en la naturaleza geológica, las montañas se mueven. Existe una analogía entre el movimiento de las olas de agua en los océanos y el movimiento de las montañas de roca en la corteza terrestre. Mac Farlane  escribe además sobre cómo las montañas nos afectan y definen quiénes somos.

"Las montañas también reconfiguran nuestro entendimiento sobre lo que somos, de nuestros propios paisajes interiores. Lo remoto del mundo de la montaña -su hostilidad, su belleza- nos provee de una valiosa perspectiva sobre las más cercanas y mejor consideradas regiones de nuestras vidas”.

Las montañas no son sólo fenómenos geológicos para  Pérez, sino seres con nombres, personalidades en sí, que acarrean efectos emocionales en nuestros paisajes interiores. En Sierra Gorda Pérez se embarca en una nueva jornada de descubrimiento y expedición sobre un paisaje fascinante.

Laguna3  es la descripción de un lugar en las cercanías de Acapulco donde  el mar se encuentra con la desembocadura de la Laguna de Tres palos.  Durante una caminata nocturna a la luz de la luna, Pérez se maravilló ante el espectáculo los pescadores lanzando sus redes. La escena nocturna inspirada por esta escena es reminiscente de los paisajes marinos pintados por los lumunistas americanos del siglo XIX como Hugh Lane (1804-1865) and John Frederick Kensett (1816-1872). Pérez,  como ellos, se concentra en los efectos lumínicos  y atmosféricos en el cielo y el agua. La composición horizontal, la perspectiva aérea, la generosa expansión de una mística celadura, el agua reflejante y el estado de ánimo tranquilo y sereno es consistente con el estilo decimonónico mencionado. La escena, meticulosamente ejecutada posee una luminosidad que parece emerger de la pintura misma. Pérez considera el resultado de estas escenas nocturnas como Laguna 3,  una de las más poéticas manifestaciones de su trabajo.

La última selección de la obra de Eric Pérez es  Mexico 2008, una pintura con fuertes matices político sociales. El año 2008 es uno de los más violentos en la historia de México ( la violencia ha continuado y cada año ha sobrepasado la cuota) desde la Revolución Mexicana (1910-1920).  De acuerdo con información disponible, 6,290 personas murieron en México por violencia relacionada con la “guerra contra el narcotráfico” (60,000 en 2012). Esto es más del total de muertos en Irak  en 2008, más que en Afganistán, más que el promedio en guerra civil, alrededor de 1,000 personas al año. El fuerte involucramiento de las fuerzas armadas ha generado abusos contra civiles.
En Mexico 2008, Pérez aborda el abuso militar, en especial la violación y asesinato de  Ernestina Asencio Rosario por un grupo de soldados en Veracruz. En marcado contraste con el brutal evento al que Pérez llama  atención, México 2008 es un paisaje tranquilo pintado en delicados tonos rosáceos, un majestuoso volcán en el fondo y una fértil y florida ladera en primer plano. A primera vista esta es una escena idílica hasta que el espectador descubre, casi escondido en las sombras, un vehículo militar. La intención del pintor es crear un estado de sospecha  en el que algo terrible está sucediendo. Una vez más el contraste dramático entre luz y oscuridad intensifica la profunda narrativa del artista.


Las series de paisajes monumentales de  Eric Pérez combinan su voz introspectiva con las demandas formales de la pintura de paisaje. Sus pinturas, brillantemente logradas, son una manifestación artística y humana del poder de la naturaleza y sus experiencias con ella son catalizadores que lo inspiran para explorar una miríada de elementos, desde la historia, mitología, literatura, política, espiritualidad, y en última instancia, autorreflexión.



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