Eric Pérez
Las
enigmáticas escenas del artista mexicano Eric Pérez representan lugares en los
que ha estado, con los que ha soñado o de los que ha leído. El artista no
considera sus obras como una descripción pictórica de paisajes determinados,
sino como una representación de ideas y pensamientos que aquellos lugares
evocaron en él en algún momento. Pérez
desarrolla narrativas singulares y complejas profundamente imbuidas de
simbolismo. Al tiempo que demandan una contemplación aguda, las pinturas de
Pérez introducen al espectador en su inquisitivo viaje introspectivo.
Alquimia
2 (2008) está basada en una pintura
anterior titulada El Alquimista. El Alquimista, (2006) está inspirada en el
recuerdo de la infancia del artista jugando en la playa. En la obra inicial,
Pérez se retrata a través de un niño construyendo una montaña de arena. La
montaña se convierte en un volcán que gradualmente se transforma en un paisaje
del altiplano mexicano bellamente pintado. Tanto el niño como el artista crean
mundos: el niño con arena y el artista con pintura. El halo atmosférico sobre esta sección de la
pintura acentúa la nostalgia del recuerdo. Al fondo, un grupo de gente juega a
la pelota disfrutando el sol y la playa, en marcado contraste con la quietud e
intimidad de la escena del primer plano, presidida por el niño solitario.
Tiempo
después de terminada esta pieza, Pérez se dio cuenta de que en realidad no era
necesaria la presencia del personaje. Consideró que la huella de la presencia
del niño evidente en la montaña de arena bastaba como una imagen aún más
poderosa. Alquimia 2 es esa
representación: una escena como de sueño, con una perspectiva profunda
acentuada por la horizontalidad del gran formato. El alquimista ya no está. La
nostalgia ha desaparecido y Pérez ha pintado un nuevo día lleno de
optimismo. Pérez eliminó en esta
pieza el afilado contraste entre la
brillante luz de mediodía y la sombra sobre la que obra y en la que mora el
alquimista, pinta en cambio una suave luz atmosférica que impregna toda la escena, acentuada en el
cielo por una luminosidad casi espiritual. En palabras del propio artista: “El
creador ha desaparecido, la creación es lo que queda”. Este paisaje ya no es un
recuerdo y el artista ya no es un niño. Alquimia: cambiar o transformar.
Carretera
(2008) representa un recuerdo reciente. Pérez pinta sobre un momento muy
particular vivido mientras manejaba de la Ciudad de México hacia el estado de
Querétaro. El artista ha visto este paraje de la carretera cientos de veces,
pero ese día presenció el instante preciso en que la naturaleza transformaba
frente a sus ojos lo ordinario en extraordinario. Pérez pintó la brillante
apertura en el cielo para aludir a la cueva, una imagen que explora de manera
casi obsesiva. La luz entre las nubes es la entrada luminosa de una caverna que conecta con otra
dimensión, un plano divino, probablemente la gloria. La cueva es un símbolo arquetípico asociado con el
nacimiento, el vientre materno, la Madre Naturaleza y su cavidad protectora y
nutricia. La brillante luz que emana del cielo es vista por Pérez como un
umbral, y la poderosa yuxtaposición que genera contra el clima torrencial, nos
habla de su inquietud por explorar imágenes simbólicas e ideas relativas a la
espiritualidad y la divinidad en la naturaleza.
La
luz es la gran protagonista en las obras de Pérez, como queda de manifiesto en
Carretera. La representación de
oscuridad y luminosidad no es una decisión meramente estilística sino
intelectual, parte de un metódico proceso
artístico que busca representar emociones e ideas. De manera similar a
Carretera, la radiación lumínica del cielo en Lola (2006) es central en su
narrativa.
Lola
es el nombre de una perra muy querida por el artista. Fué muerta por serpiente
una tormentosa noche en el pequeño pueblo donde vivía en el estado de
Morelos. Algun tiempo antes de la muerte
de Lola, Pérez había presenciado una tormenta espectacular en San Miguel de
Allende, Guanajuato. Estaba ansioso por pintar la escena, pero la representación
de aquella tormenta formidable no capturaba las emociones profundas mezcladas
al contemplarla. Pérez decidió entonces
abandonar la idea y continuó trabajando en otras pinturas. Al poco tiempo murió Lola y él comprendió que esa
significativa pérdida era el elemento necesario reflejar y exponer ese complejo
nudo de muy fuertes emociones implicadas
en la tormenta de San Miguel de Allende. En el cuadro Pérez rinde homenaje a la
perra querida, mientras la tormenta nos
presenta algunas reflexiones sobre la vida y la muerte.
Los
elementos visuales que ilustran esta alegoría se logran en gran medida al
espléndido tratamiento lumínico. La luminosidad en la parte superior izquierda
representa la vida, mientras que la muerte es representada por la oscuridad de
la tormenta que cubre la mayor parte del cuadro. Lola aparece parada en dos
patas, apoyadas en el pretil de una terraza,
encarando la oscura tempestad. La escena plantea algunas reflexiones
sobre la muerte.
Pérez incorpora algunas nociones de los misterios
de Eleusis al explorar este tema. Plantea el camino hacia el más allá como “el
alma dirigiéndose por el camino a Eleusis”.
En la antigua Grecia, Eleusis era un lugar al oeste de Atenas donde se
celebraban ritos de iniciación consagrados a Démeter y Perséfone. El culto se basa en la historia de Démeter
(diosa de la vida, la naturaleza y la fertilidad) en busca de su hija Perséfone
(la mirada), que había sido raptada por Hades, el dios de la muerte y el inframundo. Los ritos, que celebraban el retorno de
Perséfone, se creía que liberaban de la mente de los iniciados el miedo a la
muerte, proveyéndolos de la comprensión espiritual del más allá. Lola
representa ese entendimiento.
El
influyente filósofo y autor griego Plutarco, describió el momento de la muerte
como muy similar a la experiencia de la iniciación eléusica: “el alma sufre una experiencia similar a la
de aquellos que han celebrado grandes iniciaciones....deambulando errante en el
principio, desgastantes caminatas en círculos, oscuros pasadizos que conducen a
ninguna parte....Y de pronto una luz extraordinaria te recibe, límpidas
regiones y praderas están ahí para recibirla, con sonidos y danzas solemnes,
palabras sagradas y visiones gloriosas”. Finalmente, una inscripción encontrada
en Eleusis captura el sentimiento que subyace en la obra de Pérez, “La Belleza
es ciertamente el misterio que los sagrados dioses nos han dado: la muerte es
para los mortales no más un mal, sino una bendición”. La naturaleza y la
pérdida sitúan a Pérez en una jornada introspectiva que resuelve en última
instancia a través de la representación de una poderosa tormenta.
El
poder y dominio de la naturaleza está aún más dramáticamente representado en El
Tumulto de las Olas 2 . En esta pieza, Pérez retrata una impresionantemente
bella pero inquietante escena en el mar. El Tumulto de las Olas es el título de
una novela corta de Yukio Mishima (1925-1970). Pérez conecta una escena en la
que uno de los personajes es descrito en un mar turbulento con otra idea que ha
explorado obsesivamente. El describe este asunto como “una metáfora de la vida, un solitario nadador en la oscura
inmensidad del océano”. En esta metáfora, nosotros somos el pequeño nadador en
el vasto océano que es la vida, ardua, con retos y luchas representados por las
olas.
La
asombrosa escena está construida sobre varios elementos visuales muy
impactantes. La atmósfera amenazante del cielo oscurecido, el momento convulso
de olas rompientes y la enormidad del océano infinito enfatizan la absoluta
pequeñez del personaje.
A
través de la maravillosa descripción de las olas, Pérez nos muestra tanto el
oleaje devorador como la suave y calmante sensación de la espuma. El artista
encuentra belleza en la naturaleza, aún en su faceta más amenazante, provocando
un miedo difuso y una sensación ominosa en el espectador. Su descripción de la
convergencia entre hombre y naturaleza es a un tiempo magnífico e intensamente
intimidante.
La
majestad de la montaña es otra de las entidades naturales que fascinan a Pérez.
Aparece en muchas de sus pinturas, entre ellas Sierra Gorda. La Sierra Gorda is
una región espectacular, situada en el estado de Querétaro y conectada con las
famosas huastecas potosina e hidalguense. Una nadada en uno de los ríos de la
Sierra gorda hace más de quince años, lo insipró a pintar esta escena. En ella pinta la todopoderosa
montaña como las olas gigantes del Tumulto de las olas 2. Ambas son masivas y
casi rompiendo sobre el diminuto nadador.
Éste, un autorretrato se mueve contra la corriente remontando las
trenzas de agua.
Pérez explora interesantes ideas sobre la montaña,
dirigiéndose para ello al libro Las Montañas de la Mente del montañista y estudioso Robert MacFarlane. En el famoso libro, MacFarlane explora la fascinación humana por
las montañas desde una perspectiva histórica, científica, artística y cultural.
Entreteje eventos de sus propias experiencias
en el ascenso de las montañas con aquellas de otros montañistas, e incorpora
contribuciones y descubrimientos de geólogos, poetas, artistas de paisaje,
cartógrafos e historiadores.
El
autor plantea que las montañas han sido vistas como entidades permanentes a lo
largo de la historia y sin embargo, cómo la geología ha probado que su
existencia está lejos de ser inmutable. Pérez concuerda: no percibimos que se
mueven, pero lo hacen. Hay vida en la naturaleza geológica, las montañas se
mueven. Existe una analogía entre el movimiento de las olas de agua en los
océanos y el movimiento de las montañas de roca en la corteza terrestre. Mac
Farlane escribe además sobre cómo las
montañas nos afectan y definen quiénes somos.
"Las
montañas también reconfiguran nuestro entendimiento sobre lo que somos, de
nuestros propios paisajes interiores. Lo remoto del mundo de la montaña -su
hostilidad, su belleza- nos provee de una valiosa perspectiva sobre las más
cercanas y mejor consideradas regiones de nuestras vidas”.
Las
montañas no son sólo fenómenos geológicos para
Pérez, sino seres con nombres, personalidades en sí, que acarrean
efectos emocionales en nuestros paisajes interiores. En Sierra Gorda Pérez se
embarca en una nueva jornada de descubrimiento y expedición sobre un paisaje
fascinante.
Laguna3 es la descripción de un lugar en las
cercanías de Acapulco donde el mar se
encuentra con la desembocadura de la Laguna de Tres palos. Durante una caminata nocturna a la luz de la
luna, Pérez se maravilló ante el espectáculo los pescadores lanzando sus redes.
La escena nocturna inspirada por esta escena es reminiscente de los paisajes
marinos pintados por los lumunistas americanos del siglo XIX como Hugh Lane
(1804-1865) and John Frederick Kensett (1816-1872). Pérez, como ellos, se concentra en los efectos
lumínicos y atmosféricos en el cielo y
el agua. La composición horizontal, la perspectiva aérea, la generosa expansión
de una mística celadura, el agua reflejante y el estado de ánimo tranquilo y
sereno es consistente con el estilo decimonónico mencionado. La escena,
meticulosamente ejecutada posee una luminosidad que parece emerger de la
pintura misma. Pérez considera el resultado de estas escenas nocturnas como
Laguna 3, una de las más poéticas
manifestaciones de su trabajo.
La
última selección de la obra de Eric Pérez es
Mexico 2008, una pintura con fuertes matices político sociales. El año
2008 es uno de los más violentos en la historia de México ( la violencia ha
continuado y cada año ha sobrepasado la cuota) desde la Revolución Mexicana
(1910-1920). De acuerdo con información
disponible, 6,290 personas murieron en México por violencia relacionada con la
“guerra contra el narcotráfico” (60,000 en 2012). Esto es más del total de
muertos en Irak en 2008, más que en
Afganistán, más que el promedio en guerra civil, alrededor de 1,000 personas al
año. El fuerte involucramiento de las fuerzas armadas ha generado abusos contra
civiles.
En
Mexico 2008, Pérez aborda el abuso militar, en especial la violación y asesinato
de Ernestina Asencio Rosario por un
grupo de soldados en Veracruz. En marcado contraste con el brutal evento al que
Pérez llama atención, México 2008 es un
paisaje tranquilo pintado en delicados tonos rosáceos, un majestuoso volcán en
el fondo y una fértil y florida ladera en primer plano. A primera vista esta es
una escena idílica hasta que el espectador descubre, casi escondido en las
sombras, un vehículo militar. La intención del pintor es crear un estado de
sospecha en el que algo terrible está
sucediendo. Una vez más el contraste dramático entre luz y oscuridad
intensifica la profunda narrativa del artista.
Las
series de paisajes monumentales de Eric
Pérez combinan su voz introspectiva con las demandas formales de la pintura de
paisaje. Sus pinturas, brillantemente logradas, son una manifestación artística
y humana del poder de la naturaleza y sus experiencias con ella son
catalizadores que lo inspiran para explorar una miríada de elementos, desde la
historia, mitología, literatura, política, espiritualidad, y en última
instancia, autorreflexión.
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