miércoles, 22 de octubre de 2014

Antonio Fabrés

Antonio Fabrés


Antonio Fabrés (27 de junio de 1854, Barcelona - 1936, Roma) fue un acuarelista, pintor y escultor orientalista, muy influido por Mariano Fortuny.
Fabrés nació en Barcelona en 1854. Se dice que tenía sangre de artista ya que su padre era delineante y su tío platero. En 1867 obtiene una medalla e ingresa en la Escuela Llotja de Barcelona donde estudió escultura. En 1875 recibió un premio por el que se fue pensionado en Roma, donde pronto dejó de realizar esculturas y consolidó su maestría en la pintura casi exclusivamente. Fabrés se unió a Mariano Fortuny con un grupo que se dio a conocer por su realismo intenso. Su popularidad creció con el gusto de la burguesía buscando imágenes exóticas con temas orientales medievales. Fabrés volvió a Barcelona en 1886 y en 1894 se marchó a París. La popularidad que había ganado durante su década en Italia le ayudó a abrir un estudio grande donde podría crear escenas complejas para las clases altas. Su prestigio internacional aumentó, gracias al apoyo de su marchante Adolphe Goupil y los numerosos premios ganados.
En 1902 la Academia de San Carlos, de la capital mexicana, decidió renovar sus técnicas clásicas con las del realismo que eran entonces tan populares en Europa. Llamaron a Antonio Fabrés para dirigir el área de pintura de esta importante institución, sustituyendo a Santiago Rebull. Aunque algunos de sus estudiantes desarrollaron lo que fue conocido más tarde como el Movimiento Postrevolucionario en el arte mexicano, la Academia tuvo dificultad para adaptarse a su estilo duro y a su personalidad. El presidente de México, Porfirio Díaz, lo nombró Inspector General de Bellas Artes de México, cargo que ostentó hasta 1908. Una de sus últimas obras en México fue la decoración de un pasillo en la casa de Porfirio Díaz, donde principalmente se concentró en el estilo art nouveau.
Debido a problemas con el director de la Academia, por su fama y personalidad, Fabrés decidió regresar a Europa en 1907, dejando una gran gama de opiniones diversas en sus alumnos; sin embargo, también les legó un conocimiento maestro acerca del dibujo, una excelente capacidad para resolver composiciones pictóricas complejas, y una afición por lo exótico, armas que fueron decisivas para el nacimiento de la Escuela Mexicana y del muralismo.
Fabrés fue reconocido en todas partes donde viajó. Fue aclamado en Barcelona, Londres, París, Viena y Lyon. Al final de su vida fue tratado desafortunadamente cuando en 1926 decidió donar una gran cantidad de sus trabajos al Museo Municipal de Bellas Artes de Barcelona. A cambio de esta generosa donación pidió al Museo que a un pasillo le fuera dado su nombre, pero el museo nunca construyó aquel pasillo y aunque él protestara varias veces, nunca cumplieron lo prometido. Antonio Fabrés murió en Roma en 1938.
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